La semana próxima se celebra el XI congreso de antropología de la FAAEE en Donostia (programa del congreso), coordinamos allí (Elisenda Ardévol, Daniel Domínguez y un servidor) un simposio que titulamos ‘La mediación tecnológica en la práctica etnográfica’ . Detrás de ese título bastante esotérico se esconde una llamada a reflexionar sobre las implicaciones del uso de la tecnología en la antropología, ya sea para el caso de los etnógrafos virtuales, los antropólogos visuales o… cualquier antropólogo.
Recibimos un buen número de artículos de un buen número de países, una docena de todos ellos se presentarán en el congreso. En nuestra introducción al volumen impreso de las actas, hemos tratado de revisar los temas principales que resultan de reflexionar sobre el papel de la tecnología en el hacer de los etnógrafos y antropólogos (en el campo y más allá), a saber: (i) la mediación tecnológica, (ii) la imagen en la etnografía, (iii) la participación de los no-expertos en la producción de conocimiento antropológico (iv) la tecnología como objeto para producir conocimiento y la tecnología como objeto de conocimiento, (v) la construcción de nuevos objetos de conocimiento y finalmente (vi) el desarrollo de lo que podríamos llamar la e-social science, o e-research.
Publicaremos a lo largo de los siguientes días cada una de las secciones desgranando los diversos temas. El volumen puede descargarse en PDF: La mediación tecnológica en la práctica etnográfica (hay algunas variaciones con respecto al volumen impreso).
DE LA MEDIACIÓN EN LA PRÁCTICA ETNOGRÁFICA
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han supuesto para la antropología la aparición de nuevos objetos de estudio. Los antropólogos y las antropólogas han comenzado a indagar en el uso de cámaras digitales en la vida cotidiana, la participación del teléfono móvil en la gestión de las relaciones sociales o el desarrollo de todo tipo de actividades a través de Internet. Pero estas tecnologías no sólo están presentes en la vida cotidiana de las personas sino que han sido incorporadas por los antropólogos y las antropólogas en su misma práctica científica. La cámara fotográfica, el video, las listas de distribución o los buscadores de Internet comienzan a ser utilizados cada vez más habitualmente por los antropólogos en su trabajo de campo.
Quizás un caso especialmente representativo de esta doble dimensión de las TIC como objeto de estudio y como instrumento integrado en la práctica científica lo constituye Internet. La interacción mediado por ordenador y la aparición de comunidades virtuales constituyen el primer objeto de estudio etnográfico, en el cual el medio de realizar la etnografía y su objeto de estudio coinciden. Desde que a finales de la década de los noventa Internet fuera constituido como un objeto legítimo para la etnografía (Escobar, 1994; Miller y Slater, 2000; Hine, 2000) –y pese a que siga siendo aún una cuestión controvertida (Hine, 2005)- los etnógrafos de Internet se han enfrentado a considerables problemas metodológicos en el desarrollo de su trabajo de campo.
Las particularidades de los colectivos estudiados, el tipo de interacción que media en las relaciones y el contexto que configuran, han llevado a mucho autores a revisar algunos de los conceptos fundamentales de la etnografía, como el de campo (¿cuál es el campo en el análisis de una sala de chat?), y subsiguientemente el de acceso al campo (y por supuesto, abandono); el de presencia del etnógrafo en el campo (¿qué significa estar presente al analizar un grupo de bloggers?), o el de participación (¿qué significa participar cuando se analiza las relaciones que se establecen a través de una red social de contactos?). Diversos autores han considerado justamente esta situación como una oportunidad para repensar y reflexionar sobre algunos de los aspectos fundamentales sobre los que se asienta la etnografía (Hine, 2000; Escobar, 1994), e incluso las ciencias sociales mismas (Hine, 2005).
Pero además de promover la reflexión teórica sobre la etnografía, el estudio de Internet ha llevado al desarrollo específico de métodos y técnicas de investigación tanto para la etnografía (Hine, 2000; Dicks et alt., 2008) como para las ciencias sociales (Hine, 2005). Propuestas como la etnografía conectiva (Hine,2007) o la etnografía en red, network ethnography (Howard, 2002) -dejando al margen la discusión sobre si constituyen formas diferentes de hacer etnografía- aportan estrategias metodológicas específicas que pueden ser incorporadas en el trabajo de campo de muchos otros etnógrafos que no realicen específicamente una investigación centrada en Internet. En otras ocasiones se trata de propuestas que pretenden trasladar técnicas clásicas a Internet, como las entrevistas por medio de correo electrónico o mensajería instantánea, o los grupos de discusión a través de foros electrónicos; mientras que en otras ocasiones se trata de técnicas específicas como el análisis de la web-esfera, websphere analysis (Schneider y Foot, 2005).
Nos encontramos entonces con Internet, como objeto de conocimiento, o como objeto (instrumento) para la producción de conocimiento. Una dimensión que se hace extensiva al resto de tecnologías de la información y la comunicación. Por ejemplo, El uso de cámaras digitales constituye tanto un objeto de estudio para los etnógrafos (Okabe y Ito, 2006), como una práctica que ellos mismos desarrollan en su trabajo de campo (Mason y Dick, 2001); y de la misma manera el teléfono móvil se convierte en objeto de análisis (Lasén, 2006) o en instrumento para mantener las relaciones en el campo (Norman, 2000).
Así pues, planteamos una doble dimensión para las tecnologías de la comunicación y la información: las TIC median las relaciones de los colectivos que investigamos: inmigrantes que usan cámaras de video, usuarios de teléfonos móviles, jugadores de videojuegos, etc.; y son tecnologías que median en la producción y representación del conocimiento elaborado por el etnógrafo: la cámara en manos de un antropólogo visual, el cuestionario colgado en Internet por un etnógrafo, la página web donde se representa audiovisualmente una etnografía, etc. Las tecnologías se constituyen entonces en objetos para ser indagados y en objetos para indagar. En torno a esta doble dimensión de las TIC se plantean los trabajos agrupados en este simposio, algunos de los cuales se ocupan de las TIC como objeto de estudio, y discuten algunas de las dificultades metodológicas a las que se han enfrentado, mientras otros prestan atención a la incorporación de las TIC como instrumentos o contextos para la producción de material empírico en sus investigaciones.
A través del concepto de mediación pretendemos agrupar las problemáticas tan diversas que se presentan en ambas categorías de trabajos. Para quien analiza las prácticas de los usuarios de móviles, la mediación de estos dispositivos es un aspecto constitutivo de los objetos y prácticas que indaga; para el etnógrafo visual, la mediación de la cámara que utiliza en su trabajo de campo nos remite al proceso por el cual esta configura su práctica científica. Pero además, a través del concepto de mediación agrupamos problemáticas presentes en ámbitos tan diversos como la antropología visual o las etnografías de Internet, ya sea por la reflexión que los antropólogos visuales realizan sobre la cámara, o las que un etnógrafo de Internet se plantea al utilizar un blog como parte de su trabajo de campo.
Hablar de mediación significa señalar las transformaciones que se producen cuando objetos e individuos entran en relación (Latour, 1994; Callon, 1986). Hablar de mediación significa concebir la cámara como algo más que un instrumento para la representación de la realidad, y pensar la imagen como algo más que una representación de la realidad, ya sea esta producida por nuestros sujetos de estudio o por el etnógrafo. En la misma dirección, un blog no es solo un conjunto de “textos” que deben ser interpretados, sino un objeto que media en la interacción social entre individuos, y entre estos y el etnógrafo. La tecnología media en la relación de nuestros informantes con el mundo, y el conocimiento sobre el mundo que un antropólogo genera está también mediado por la tecnología que utiliza en su práctica etnográfica. Los artefactos son formas de hacer presente, no sólo de captar una realidad externa; hacen presentes determinadas realidades de una forma determinada, y por lo tanto son actos en los que se niegan u ocultan otras realidades (Sánchez Criado, 2005: 33). Dziga Vertov lo advertía de forma poética en su conceptualización del cine-verdad o kino-pravda, augurando la aparición de un nuevo concepto de realidad a partir de la conjugación entre el ojo mecánico y el ojo humano: “yo soy el cine-ojo, el ojo mecánico. Yo máquina, os muestro el mundo como solo yo puedo verlo (…) Para ayudar a la máquina-ojo existe el cine-ojo-piloto, que no solamente dirige los movimientos del aparato, sino que se confía a él para experimentar el espacio (…) La acción conjugada del aparato liberado y perfeccionado y el cerebro estratégico del hombre que dirige, observa y calcula dará lugar a una nueva manera de ver el mundo” (Vertov, 1975:103). No se trata solo de la apertura de una nueva visión del mundo, sino de la transformación de la propia realidad, la creación de nuevas realidades, al incorporarse al mundo un nuevo artefacto, nuevas formas de agencia y nuevas formas de relación.
En torno al concepto de mediación se articulan pues, la serie de trabajos recogidos en el simposio La mediación tecnológica en la práctica etnográfica. El conjunto de artículos pretenden contribuir a la reflexión teórica y metodológica que la complejidad de la mediación tecnológica introduce en la práctica antropológica una vez que se desestima la posibilidad de considerar estos dispositivos como instrumentos neutrales.