Mediacciones se suma a la tristeza en la red por la pérdida de Aaron Swartz, no sólo por lo trágico del suicidio de una persona de 26 años, sino también por lo que atañe a su trabajo como programador brillante e impulsor de la cultura libre en Internet.  Este acontecimiento nos toca directamente en dos puntos centrales de nuestro equipo de investigación: primero, compartimos con Aaron Swartz nuestro interés por una red abierta y sin censuras, además de que la “cultura libre” es parte de nuestro objeto de investigación y de nuestro trabajo diario. Segundo, compartimos su visión de un conocimiento abierto en la red, como fue su proyecto “open library“.

Pero también nos afecta directamente por que, paradójicamente, la producción académica (“nuestra” producción académica) está en el centro de lo hechos acaecidos, ya que su depresión y prematura muerte se asocian al juicio en que estuvo envuelto a raíz de la demanda de JSTOR y MIT. Es decir, a raíz de la acusación de haber liberado la base de datos de revistas científicas de JSTOR a través de la red del MIT, Aaron Swartz entra en un espiral legalista kafkiano, y según La Vanguardia, actualmente se enfrentaba a una petición fiscal de más de 30 años de cárcel y más de un millón de dólares de multa. La paradoja es que esta persona haya sido perseguida implacablemente por la presunción de poner a disposición pública unos artículos científicos que supuestamente su fin último es contribuir al “bien de la humanidad”, y cuya mercantilización -siendo exagerados- no cuenta con más de 20 años. Mientras que para el mercado se trata de una propiedad privada cuya vulneración debe ser perseguida, para los científicos que contribuyen a crear ese bien, precisamente el interés está en compartir sus hallazgos y que lleguen al mayor número de personas posible. La cuestión es que Aaron Swartz se exponía a un castigo ejemplar por presuntamente realizar un grave delito contra la propiedad privada mientras que actualmente en la comunidad científica no hay un consenso amplio sobre de quién es y cómo debería tratarse el conocimiento científico.  La comunidad científica está pues también de duelo. Como productores de conocimiento científico nos duele que Aaron  Swartz nos haya abandonado y nos duele que la justicia actúe de forma totalmente desproporcionada, equiparando su presunto delito a penas por terrorismo, mientras en otros asuntos mucho más graves para la ciudadanía y la democracia, esta persecución legal sea más bien laxa, por no decir blandengue o incluso prácticamente ineficaz o inexistente.

Enrique Dans  se hace eco del tributo que le rinden alegado de este joven brillante en su lucha por la cultura libre y el conocimiento abierto -creative commons-, académicos e investigadores de todas partes del mundo subiendo sus artículos a la la red en formato pdf y lo anuncian en Twitter con el hashtag #PDFtribute como homenaje.  Manuel Angel Méndez explica que el  investigador Micah Allen,  escribió en Reddit el siguiente mensaje: “Un justo tributo a Aaron sería una protesta masiva subiendo papers de investigación protegidos por copyright. Volcadlos en Google Docs, tuitead el enlace”. También hay una página en la red -memorial JSTOR liberator- desde la cual contribuir a liberar un artículo en su honor. Desde aquí nos sumamos también a una reflexión necesaria y activa sobre el futuro del conocimiento y de la red.